"...Sí, todos
reían, todos menos uno.
Aquel que
montaba el caballo blanco, la armadura nívea también bajo los rayos del sol.
Éste no reía, sólo giraba la cabeza impávidamente hacia un lado y otro.
Sosegado. Indolente. Envainó la espada y se quitó el casco. El cabello blanco
sobre un rostro aún demasiado joven. Los ojos azules, fríos como el hielo. No
reía. No sentía. Sólo esperaba a los otros..."
El texto de arriba pertenece al relato de Ana que estamos adaptando en este momento. Para entrar un poco en ambiente. La página acabada la tenéis aquí.
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